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7 de noviembre de 2021

José Colángelo, el prócer viviente del tango

En otra entrega del Tango del Mediodía, Adolfo Barrios repasa vida y obra de José "Pepe" Colángelo, su estilo troileano en una piano alegre y pasional.

Nacido en Buenos Aires, el 22 de octubre de 1940, con sus jóvenes 81 años, José Colángelo nos sigue deleitando con su música pero, por sobre todas las cosas, con la alegría que le pone al tango, desde el piano.

Desde muy temprana edad se introdujo en el mundo de la música impulsado por su padre que ejecutaba el bandoneón; también Pepe dio sus primeros pasos con ese instrumento y con un acordeón. Pero luego sería el piano quien le permitiría destacarse como uno de los más talentosos ejecutantes en toda su trayectoria.

En 1955, actuó, debutando, con la orquesta dirigida por Alberto Dávila en un programa de Radio Argentina. Estuvo incorporado a formaciones juveniles e integró varios conjuntos. Con algunos de ellos se reencuentra en otra formación juvenil dirigida por Luis Salvadeo, que era ahijado de Cátulo Castillo.

Ya en los Carnavales de 1956, integra el conjunto Las Nuevas Estrellas del Tango y, además, acompaña al cantor Eduardo Solano en algunas reuniones bailables. En la misma época incursionó en otras milongas barriales, siempre brindando lo suyo, desde el piano.

En 1957, debutó en Radio Splendid con la orquesta de Ángel Genta, y en 1959, con la de Ángel Domínguez. Asimismo realizó presentaciones en el Dragón Rojo del barrio de Congreso y en el cabaret El Avión, de la Boca.

A fines de 1959, con el conjunto Los Embajadores actuó en Radio Belgrano. Entre los años 1960 y 1962, integró diversas orquestas en radio El Mundo.

Pero si bien su paso por esas agrupaciones le permitió ir depurando su técnica y estilo, la gran oportunidad de destacarse como un excelente ejecutante se la brindan Julio Sosa y Leopoldo Federico al incorporarlo como pianista, en 1962, y completar con ellos un ciclo inolvidable hasta noviembre de 1964, cuando se produce la trágica muerte de Julio Sosa.

Una vez repuesto del dolor, Leopoldo Federico reanuda sus actuaciones, con Colángelo en el piano y los cantores Roberto Ayala y Carlos Gari. Colángelo actúa durante dos años más con esa agrupación y también forma un cuarteto, Cuatro Amigos para el Tango, que se desempeña en Radio El Mundo.

Es indudable, y el propio Colángelo así lo reconoce, que su paso por la orquesta de Leopoldo Federico fue definitorio para su afianzamiento como ejecutante y que, seguramente también, fue influenciado por la gran calidad de los compañeros que tuvo en esa orquesta.

En su técnica y estilo, se reconoce la influencia de Orlando Goñi por ser quien mejor hizo el bordoneo de piano, y de Francisco De Caro por el cambio que significó, para su época, por la diferente utilización del instrumento en los conjuntos, sin olvidar que, indudablemente, fueron Osmar Maderna y Horacio Salgán quienes más aportaron a la definitiva consolidación de su estilo y personalidad tanguera.

Pero la consagración definitiva de Pepe Colángelo le llega en 1968 con su incorporación a la orquesta de Aníbal Troilo, de quien fue su último pianista. Y fue para reemplazar a otro eximio ejecutante del piano, Osvaldo Berlingieri, con la responsabilidad y compromiso que eso significaba.

Tres días después de su debut con Troilo, se hizo un recital en el Teatro San Martín, y esa fue la prueba de fuego para Colángelo. Tocaron doce temas instrumentales y Troilo le dio la oportunidad de que, libremente, hiciera los solos. Había aprobado el examen más difícil de su carrera.

En su permanencia en la orquesta del gordo Pichuco también integró el famoso cuarteto que se completaba con Ubaldo De Lío y Rafael del Bagno.

Colángelo sentía por Troilo la misma admiración y respeto que todos los músicos y cantantes que pasaron por su orquesta, y reconoce en Pichuco al fundador de una escuela de características muy peculiares y personales. Una escuela diferente, que le dio al tango valores de inmensa magnitud, y que luego continuaron esa línea troileana Raúl Garello, Ernesto Baffa, Osvaldo Berlingieri, Osvaldo Piro y algunos otros.

En 1971, forma su inolvidable cuarteto para grabaciones, acompañado por Néstor Marconi, Omar Murtagh y Aníbal Arias, grabando un larga duración, convertido en pieza de culto tanguero.

A partir de 1967, acompañó, con distintas formaciones, a varios cantores y cantoras: Roberto Goyeneche, Alberto Marino, Mario Bustos, Roberto Florio, Héctor Mauré, Raúl Berón, Néstor Fabián, Alba Solís, Elba Berón, Carmen Duval, Nelly Vázquez, Susana Rinaldi y otros.

En el año 1971, actuó con el cuarteto de Troilo en el Hunter Hall de Nueva York, y también en Washington. En 1972, en el Teatro Colón con la orquesta de Pichuco. En 1975, retorna al Colón, en un homenaje a Carlos Gardel con la orquesta de Héctor Artola.

De sus composiciones los principales temas fueron: “Te das cuenta”, “Plazeando”, “Todos los sueños”, “Duende y misterio”, “Fortín cero”, “Un piano en la noche”. Todos  temas instrumentales.

No podemos olvidar su exitoso y prolongado paso por El Viejo Almacén donde hizo las delicias de porteños y turistas con sensacionales intervenciones.

En la frondosa mitología que rodea la figura de Aníbal Troilo, y entre sus frases antológicas, se inscribe el consejo que le dio a José Colángelo, entonces un joven pianista de su orquesta típica: “Pibe, usted toca con alegría, no deje que le roben el moño de comunión”.

Para comprobar el estilo auténticamente troileano de la Orquesta de José Colángelo, y esa alegría y pasión que le pone al tango, Danzarín (de Julián Plaza) grabado en vivo en el Centro Cultural Kirchner el 19 de Noviembre de 2017

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