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10 de julio de 2021

El tango del mediodía: Cambalache, obra maestra del género.

En el Tango del Mediodía, Adolfo Barrios narra cosas poco conocidas escritas en uno de los himnos tangueros, Cambalache.

En el Tango del Mediodía, hoy, Cambalache

Autor: Adolfo Barrios

En este espacio ya hemos evocado a Enrique Santos Discépolo, Discepolín.  Su vida, sus obras, sus pensamientos sobre la crueldad de la sociedad que le tocó vivir, y sobre su triste y lamentable final.

 Pero claro, había que elegir uno de sus  temas, y en esa oportunidad escuchamos el desgarrador “Tormenta”, en el cual Discepolín en su desesperación, le habla y lo interpela al mismísimo Dios. Y hoy volvemos a recordar a Discépolo pero con un tango tan especial, que merecía este micro en su totalidad.

Se trata de Cambalache, compuesto en 1934, que se estrenó a fines de dicho año en el Teatro Maipo de Buenos Aires, donde lo cantó por primera vez "La Negra" Sofía Bozán. Y a esta altura del relato, Ud. estimado oyente, seguro está pensando…”hace 87 años!!... y parece escrito hoy…”

Fue compuesto durante la Década Infame, precisamente a la que denuncia en su letra. A partir de 1943 en el marco de una campaña iniciada por el gobierno militar que obligó a suprimir el lenguaje lunfardo, y también cualquier referencia a la embriaguez o expresiones que eran consideradas inmorales o negativas para el idioma o para el país, se incluyó al tango Cambalache dentro de los censurados para su difusión radiofónica.​

Las restricciones continuaron al asumir el gobierno constitucional del general Perón, y en 1949 directivos de SADAIC le solicitaron una audiencia, que se realizó el 25 de marzo de 1949, y el Presidente, que afirmó que ignoraba la existencia de esas directivas, las dejó sin efecto, y así Cambalache pudo volver a la radio.

Nunca antes un tango había expresado con tanta inteligencia e ingenio los sentimientos populares de bronca, desencanto y desamparo. El autor despliega en Cambalache su capacidad de describir, con ironía y agudeza, el caos de una sociedad sacudida por la profunda crisis de los años ’30, que preanunciaba el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

Literalmente, la expresión “Cambalache” en Argentina refiere a un intercambio de cualquier tipo, un trueque, un lugar de compraventa de cosas usadas, prendas, alhajas o muebles de baja calidad. También se dice que es un lugar o situación en los que predomina el desorden y el ruido. 

Y en la desesperanza que tenía Discépolo advertía que, en ese momento, en la vida, todo estaba tan ridículamente mezclado, que la asemejaba a la vidriera irrespetuosa de esos cambalaches.

Es un tango que tuvo tal impacto en la cultura popular, que su nombre o algunas de sus frases se incorporaron al lenguaje común: La frase "La Biblia y el calefón", que contrasta un libro de gran valor religioso con un artefacto mundano, fue empleada para un programa de televisión homónimo, conducido por Jorge Guinzburg.  Su primera estrofa, “Siglo XX Cambalache” fue título de un exitoso programa televisivo de Telefe conducido por Teté Coustarot y Fernando Bravo.

Caetano Veloso grabó su versión del tango en 1969. Joan Manuel Serrat lo interpretó durante diversos conciertos de la gira de 1983 en España. El grupo de rock argentino Sumo versionó la canción en un recital en 1984.  Julio Iglesias grabó una versión de la canción en su álbum Tango en 1996. También lo han interpretado León Gieco, Andrés Calamaro,  Luis Eduardo Aute,  Ismael Serrano, y hasta Raphael. Además, por supuesto, de muchísimos cantores de tangos.

Pero yendo al análisis de la letra, que parece escrita hoy mismo, dice claramente que el Siglo XX es un despliegue de maldad insolente y, además, contundentemente, ya no hay quien niegue esa afirmación. Y para describir esa falta total de escrúpulos y de valores, Discépolo menciona junto a próceres indiscutidos como San Martín y Napoleón, a algunos personajes reales y otros ficticios, figuras antagónicas de fama internacional, distintas personalidades de la época dividiéndolos en buenos y malos.

 

Así, en ese Cambalache, la sociedad no hace diferencias entre Stavinsky (estafador francés), Don Bosco (sacerdote, educador y escritor italiano, fundador de la Congregación Salesiana), la Mignon (una niña maltratada, personaje de una obra de Goethe), Don Chicho (jefe de la Mafia argentina) y Primo Carnera (boxeador italiano, campeón del mundo).

 

  Y algo muy curioso es que en algunas interpretaciones esos personajes variaron.

 

Así en una versión de Julio Sosa podemos escuchar “Toscanini” en lugar de “Stavinsky”, y también reemplazó la expresión "el que vive de las minas" por "el que vive de los otros"

 

En otros fragmentos de su tango denuncia que en aquella época daba lo mismo ser derecho, traidor, ignorante, sabio, chorro, pretencioso o estafador.  Todo era igual. Un burro o un gran profesor. Y con dolor el poeta reclamaba: "Qué falta de respeto, qué atropello a la razón, cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón".

Y sin duda alguna, su metáfora más contundente es “…y herida por un sable sin remaches/ ves llorar la Biblia/ junto a un calefón...” Que tiene su explicación:

“Sable sin remache” se le llamaba a un gancho donde se colgaba el papel higiénico al lado del inodoro en los primeros baños que comenzaban a instalarse a principios del siglo pasado en Buenos Aires. Pero dicho papel por esos tiempos era muy caro, por lo que mucha gente utilizaba papel de diario o algunos más sedosos con los cuales se envolvían las manzanas.

La Sociedad Bíblica, era una organización religiosa que solía regalar Biblias a modo de difusión de "la Palabra de Dios". Estos ejemplares estaban impresos en un papel muy fino y delicado. Sin embargo, quienes obtenían esas Biblias les perforaban una tapa y las colgaban en un gancho de alambre, el llamado “sable sin remache” al lado del calefón, cerca del retrete, e iban arrancando las suaves hojas para usarlas como papel higiénico.

 El genial poeta del tango, convirtió esta realidad cotidiana de los porteños, en una espléndida metáfora que trascendió en el tiempo.

 Bueno…y ahora… Dale, nomás...! ¡Dale, que va...! ¡Que allá en el horno nos vamo´a encontrar...!

 Y escuchemos “Cambalache” en la inolvidable versión de Julio Sosa, con la Orquesta de Leopoldo Federico, grabada en 1964...

 

AUDIO COMPLETO DEL MICRO EN ESTA PAGINA...

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