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23 de octubre de 2021

Miguel Caló, equilibrio entre el baile, la música y el buen gusto.

En otra edición de El Tango del Mediodía, Adolfo Barrios nos narra la historia de Miguel Caló, el hombre que concatenó lo tradicional con la renovación. Exquisito director de orquesta que unió grandes músicos y voces.

Miguel Caló es una de las figuras más representativas del tango, en aquella emblemática década del cuarenta. Su estilo sobrio, depurado, elegante, siempre estuvo atento a las exigencias de la vanguardia y los requerimientos del gran público.

Como todos los grandes directores de orquesta de su tiempo, llegó a ese lugar luego de haber recorrido una exigente carrera musical.

 Los Caló, como los Fresedo o los De Caro, fueron familias de músicos. Don José Caló y su esposa Natalia Pantano, tuvieron diecisiete hijos, seis de ellos varones y todos dedicados a la música. Los más destacados fueron Miguel y Roberto, pero no se puede dejar de mencionar a Armando, el contrabajista que en su momento integró la orquesta de Miguel. O Juan, que también llegó a dirigir su propia orquesta. La excepción a la regla (del tango), fue Salvador, pero también fue músico, sólo que se dedicó al jazz y se instaló en Estados Unidos.

Miguel Caló había nacido un 28 de octubre de 1907 en el barrio porteño de Balvanera. Estudió violín y bandoneón, y trabajó en orquestas de gran importancia desde 1926; ese año integró la línea de bandoneones de la orquesta de Osvaldo Fresedo luego de ser sometido a un riguroso examen.

En 1929 formó su primera orquesta, pero la disolvió para integrarse a la que entonces dirigía Cátulo Castillo, con quien ese año viajará a España. No serán sus únicos viajes de aprendizaje, ya que poco tiempo después -en 1931- estará en Estados Unidos, esta vez acompañado por Osvaldo Fresedo.

En 1932 realizó sus dos primeras grabaciones: “Milonga porteña” y “Amarguras”. En 1934 constituyó otra orquesta en la que su personalidad artística ya estaba mucho más definida. En esa formación, que se mantendrá hasta 1939, ya las influencias musicales de Osvaldo Fresedo y Carlos Di Sarli, eran evidentes

En 1940 se inicia lo que sería su segunda y definitiva etapa en su aprendizaje musical. En esta orquesta ya están las grandes estrellas del tango y su estilo se ha depurado. Osmar Maderna en el piano; Domingo Federico, Armado Pontier, Eduardo Rovira, Julián Plaza, Carlos Lázari y José Cambareri, en bandoneones. Los violines estarán a cargo de Enrique Francini y Antonio Rodio y en el contrabajo se destacarán Ariel Pedernera, Juan Facio y Nito Farave. Ahora Caló empieza a ser reconocido por la calidad de sus músicos y su nombre es sinónimo de buen gusto. Y cuenta con tres grandes cantantes: Alberto Podestá, Raúl Berón y Raúl Iriarte.

Para los bailarines y los amigos de la buena música, el tema identificatorio de Caló fue “Sans Souci”. Así como a Pugliese se lo recuerda por “La Yumba”, a Di Sarli por “Bahía Blanca”, a Maderna por “Lluvia de estrellas”, a Troilo por “Quejas de bandoneón” y a Piazzolla por “Adiós Nonino”, a Miguel Caló se lo relaciona con “Sans Souci”, compuesto por Enrique Francini y grabado por primera vez en 1944.

En 1961, en un tiempo en que se profetizaba la definitiva decadencia del tango, Caló asume el gran desafío de convocar a los mejores músicos de su tiempo para formar una gran orquesta, una verdadera selección. Allí están, entre otros, Armando Pontier, Domingo Federico, Enrique Francini, Hugo Baralis, Octavio Trípodi. Los cantores son, una vez más, Alberto Podestá y Raúl Berón. Esta formación musical será presentada en radios y locales nocturnos con el sugestivo -pero no exagerado- título de “Miguel Caló y la orquesta de las estrellas”, marcando su punto culminante en el reconocimiento de la calidad interpretativa en toda su trayectoria.  

Caló fue un gran director, capaz de convocar a ese conjunto de músicos jóvenes de extraordinaria capacidad y solvencia, y que con el tiempo casi todos ellos pasaron a formar sus propias agrupaciones, todas con notables éxitos: Domingo Federico, Armando Pontier, Julián Plaza, o Enrique Mario Francini

Otro gran acierto de este buen bandoneonista, fue el hecho que muy pronto dejó el instrumento y tomó la batuta para dirigir, una medida que expresa su seriedad profesional, pues comprendió que otros músicos eran mejores ejecutantes.

Fueron muchos los cantores que pasaron por la orquesta. Sólo algunos de ellos: Raúl Berón, Roberto Caló, Carlos Dante, Ranko Fuji-sawa, Lucho Gatica, Raúl Iriarte, Alberto Marino, Miguel Montero, Alberto Podestá, Roberto Rufino.

Logró algo no muy común en el tango: equilibrio entre el baile, el tango, la música y el buen gusto.  El suyo fue un estilo que une el tango tradicional con la renovación de su época sin estridencias, con una destacada presencia de los violines, una línea de bandoneones rítmica y un piano espectacular, ejecutado el primer año por Osmar Maderna quien fue reemplazado después por Miguel Nojen-sohn.

Como compositor dejó temas importantes, como "Que falta que me haces" y "Como le digo a la vieja" entre otros.

La orquesta de Miguel Caló será recordada por la ejecución del mejor tango, el que trasciende su tiempo, y que hoy es valorada por sus condiciones artísticas, Sus interpretaciones, siguen siendo verdaderas joyas de la música popular, como estas notas de "Sans Sousi", su interpretación emblemática, que ahora escucharemos, con su inigualable “Orquesta de las Estrellas”.

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