Jorge Falcón, de quien ayer se cumplió un nuevo aniversario de su fallecimiento, era en realidad el seudónimo artístico utilizado por Luis Ángel Iglesias, nacido en el barrio porteño de Parque Patricios, un 14 de octubre de 1949.

Desde chico, ya supo que lo suyo era cantar: frecuentemente, interpretaba temas en reuniones familiares y en su colegio, y su primer simple lo grabó a los trece años, en Mar del Plata. Luego ganó un concurso en Canal 7 interpretando “Malevo”.

En su juventud, Integró las agrupaciones Tango 5, Buenos Aires 5 y las orquestas de Jorge de Luca y Gabriel Clausi, pero su consagración y reconocimiento del público lo obtuvo cuando ingresa a la orquesta de Héctor Varela, que fue quien le impuso el nombre artístico “Jorge Falcón”

Su debut en esa orquesta se produjo el 12 de octubre de 1976 y desde ese momento ya nadie podría olvidar la figura de ese joven pintón y de voz apasionada y varonil, pero con un cierto dejo de timidez dibujado en su rostro. Pero, así como fue su carrera meteórica, la muerte, agazapada, lo abrazó a la temprana edad de treinta y siete años.

El muchacho se hizo querer de tal forma por el maestro Varela, que más allá de su relación profesional, se había ganado su corazón, y hasta se comenta que en algún momento lo echó de su orquesta, para que se animara a emprender el camino de solista.

El primer larga duración con la orquesta de Varela fue en 1977, y contenía su primer éxito comercial, la milonga “Azúcar, pimienta y sal”, de Rossi, Héctor Varela y letra de Abel Aznar, cantado a dúo con Fernando Soler.

Luego se consolida como solista y, al poco tiempo, inició sus apariciones televisivas en un programa conducido por el cantor Enrique Dumas, y en Grandes Valores del Tango, el mítico programa de Silvio Soldán.

En esa nueva etapa graba ocho temas, uno de los cuales posiblemente, sea su mayor éxito: “El amor desolado” de Alberto Cortez y José Sánchez.

En 1986 sufrió un accidente automovilístico y, tiempo después, se desmayó en medio de una presentación en Rosario, por lo que fue internado en una clínica de esa ciudad. Se dijo que el desmayo era producto del choque que había sufrido, pero en realidad, todo se debía, incluso aquel choque, a su delicado estado de salud, pues padecía cáncer. Fue intervenido quirúrgicamente, pero, a pesar del tratamiento médico, Jorge Falcón falleció un 2 de julio de 1987.  Como una señal del destino, ese mismo año había fallecido Héctor Varela, tan sólo seis meses antes.

Jorge Falcón tal vez se fue antes de tiempo. Sin embargo, en sus cortos 37 años de vida, dejó para nuestro tango un legado de hermosas canciones que jamás olvidaremos.

Entre ellas, su mayor éxito: El Amor Desolado.

Para que la cuenta

del amor sumara,

ella puso el cuerpo,

yo, el cuerpo y el alma.

Y a la luz difusa

de la madrugada,

me quité la vida

para no matarla.

Yo lo puse todo,

vida, cuerpo y alma,

y ella, Dios lo sabe,

nunca puso nada.

Dedicado a la memoria de Waldo de los Ríos, compositor y director orquestal argentino que triunfaba en Europa, quien se suicidó una noche madrileña de 1977.  En el momento preciso del disparo, De los Ríos estaba casado, estaba deprimido y estaba solo.  Para que la poesía reparara un poco de dolor, su íntimo amigo Alberto Cortez, le puso música a la letra de José Dicenta Sánchez y crearon en su honor esta desgarradora canción.

El amor desolado, que así la interpretaba como nadie, Jorge Falcón.

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